Después de la publicación de la señora Mercedes Olivera en su portal en internet tvparaguaya.com detallando sobre el estreno de "La Academia" en Telefuturo, los ecos y reacciones no se hicieron esperar, tanto que hasta la señora Myrian Raphael azotada en una parte de la crítica salió a desmentir sobre posibilidad alguna de que la misma haya metido la mano en tan desacertada elección de vestuario del conductor.
A continuaciòn la critica completa: La llegada de La Academia a la televisión paraguaya contribuyó con la unificación nacional, la mayoría opinó lo mismo en las redes. Extraoficialmente, podemos decir que superó los 30 puntos de rating o sea que 30 de cada 100 sintonizaron el programa aunque sea en algún momento. La casi unanimidad de la audiencia emocionó, porque podemos apreciar como se ha elevado el nivel crítico de los televidentes que son capaces diferenciar un producto de calidad. El lanzamiento de La Academia deja ampliamente demostrados dos de los más antiguos principios del marketing: la ley del primero y las consecuencias nefastas del overpromise. La Academia explotó y dentro de la burbuja no había nada...nada que permita un solidario elogio de buena voluntad, aunque más no sea para no caerle tan mal a la dirección de la propuesta y a la ancha gerencia de Telefuturo.
Esperábamos una apertura fastuosa, impresionante, trabajada y nos recibieron con una presentación que pudo haber estado a cargo de un coreógrafo de colegio. No da ni para comentarlo. El set y la iluminación se salvan de un análisis exhaustivo porque dentro de todo zafaron. La dinámica fue espantosa. Nos tuvieron una hora viendo entrar chicos con valijas, de los veinte sólo se destacó Ulises, pero no nos vamos a prender a la transmisión continua de la casa solo para verlo a él, aunque lo merecería porque se robó el primer episodio. Ni siquiera les hicieron una buena producción de vestuario (¿por qué no contrataron a Milva Gauto para eso?) y si Dani Da Rosa estuvo a cargo de Miriam Raphael, esta asesora de imagen está en vías de liquidar su reputación. Un conductor inaugurando, vestido como si estuviera por irse al velatorio de Mario Abdo Benítez: remera negra, jean negro, saco negro. Da Rosa debería resignarse a ser un gordito simpático, asumiendo los quilos de más con un toque colorido, con lo que tal vez podría disimular su plana conducción.